
El suicidio infaltil no ha sido tomado como objeto de estudio en las sociedades modernas; “dicho tema ha sido explorado minuciosamente en la población adulta, y de una manera mas incipiente, en los adolescentes y muy poco en los niños. En parte (…), ha tenido que ver con la creencia cultural de que los niños no se suicidan: pensar que un infante busque terminar con su vida, es poco creíble, ya que se considera como causales de suicido las problemáticas de tipo existencial, las cuales no son comunes a la población infantil, pues su nivel de pensamiento no les permite involucrar estos aspectos. Además se contempla que los niños no poseen un desarrollo cognitivo suficiente, que les posibilite estar en capacidad de generar tales distorsiones del pensamiento, las cuales puedan conducirles a actos suicidas” (Londoño, Doris & Zea Juan. 2001: 2)
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