Desde luego, también están los reportes formales de rendimiento académico que pretenden ilustrar el avance en los aprendizajes exigidos por el plan de estudios del colegio. Los reportes académicos indican a los estudiantes y a las familias “cómo van”, si están aprendiendo o tienen dificultades en alguna “materia”, si hacen sus tareas, si participan en las actividades de clase… Todos estos reportes incorporan tanto elementos objetivos como apreciaciones subjetivas de los maestros. No es extraño que un estudiante sea considerado excelente por un maestro, mientras otro lo califica de una forma bastante negativa.
Reprobar el año escolar tiene un gran significado tanto para los padres como para los hijos. Los primeros pueden experimentar frustración porque ven defraudadas sus expectativas sobre el futuro de su hijo y los pone de cara a las posibles dificultades que esta situación puede evidenciar como problemas de rendimiento o de conducta. Por su parte, la mayoría de los niños y jóvenes reaccionan inicialmente con sentimientos de inconformidad, rabia, tristeza o temor. Para ambos puede implicar perder las ilusiones, el tiempo de trabajo, la energía, la inversión económica de los padres y no cumplir con las metas propuestas.
Aprobar o reprobar es una decisión difícil en la que deben estar involucrados los padres y el colegio. El impacto de la repetición puede ser distinto para cada niño dependiendo de muchos aspectos principalmente el que tiene que ver con las diferencias individuales. Muchos niños se benefician con el hecho de volver a cursar un grado, y los cambios, aunque dolorosos pueden reportar resultados positivos. Sin embargo, para otros la correlación es negativa ya que puede experimentarse como una fuerte sensación de fracaso lo que se traduciría muy seguramente en un menor desempeño.
Para los niños pequeños la mayoría de las veces esta decisión resulta beneficiosa, ya que la inmadurez es el motivo más frecuente por el cual no alcanzan los objetivos curriculares. El asunto, en este caso, es cuestión de tiempo y "quedarse repitiendo" es ganar en autoestima, confianza y seguridad en sí mismo. Cuando son adolescentes la situación es un poco más difícil por que las relaciones sociales están más estructuradas y no avanzar al año siguiente implica el alejamiento de su grupo de amigos que en ese momento es un referente de gran influencia. Sin embargo, muchas veces ellos mismos son conscientes que avanzar con ‘lagunas’ puede acarrearles más problemas en los años siguientes.
De cualquier forma, lo más importante es evaluar de manera precisa la situación particular con el propósito de comprender los factores que influyen en el aprendizaje exitoso. Perder el año no tiene que ser una tragedia familiar pero tampoco es un asunto que deba tomarse a la ligera.
El suicidio infantil y juvenil ha venido creciendo en el país y una de las causas es la pérdida del año escolar. Según Gloria Arias, directora de
Está demostrado que perder el año afecta el desarrollo futuro de un estudiante porque altera su proyecto de vida y lo relega dentro del sistema educativo. Por eso, el Decreto 230 de 2002 establece que la institución educativa debe tomar las medidas necesarias para que no se llegue a la pérdida del año. Para ello, cada trimestre debe reunirse
Un niño debe repetir el año cuando